Según la leyenda de los cátaros y su tradición, se relata
la historia María Magdalena como la
historia de una Ungida de la Gran Iglesia del Amor.
María Magdalena fue un ideal de pureza, un modelo de
santidad perfecta. Durante muchos siglos ella fue un modelo a imitar para los
miles de sus fieles seguidores. La llamaban Sagrada Locura del Amor a Cristo.
Esta Ungida pertenece a la rama de los mensajeros del
apóstol Juan el discípulo amado. La rama de Juan se diferenciaba de la rama de
Pedro. Era una rama no de este mundo, miraba en lo interior y construía el castillo
y templo cordial dentro.
La rama de Pedro gravitaba sobre la expansión y la
conquista externa, sobre la dominación mundial. Tenía sinfonía con el César
romano y degeneró en la ideología del estado.
María Magdalena categóricamente rechazaba los rituales
muertos, los dogmas y el formalismo escolástico que cerraban a Cristo. Ella
afirmaba que el objetivo del camino espiritual es conocer al Cristo interior,
dentro. Que es necesario ser vaso de su amor, y unirse con él, como en uno.
El don del amor ella lo recibía de la Madre de Dios. Las
relaciones entre la Madre de Dios y Cristo eran tan amorosas, trémulas y
tiernas que tocaban muy profundamente el corazón de María Magdalena. Por ello
la Madre de Dios dió a su alumna fiel todos sus dones, se los traspasaba y se
transfiguró en ella con su plenitud divina. Este hizo que la llamaran la
segunda Teoengendradora.
Los relatos evangélicos cuando ella lavó a Cristo
derramando mirró sobre su cabeza, son un gran testimonio sobre la gran fuerza
del amor con la que ella realizó este misterioso sacramento. Es sabido que en
su tiempo, según la tradición judía y hebrea, la mujer no podía figurar en los
círculos sociales masculinos. Pero María Magdalena rompió estas
condiciones humanas y realizó una gran hazaña del amor.
Los fariseos
tenían un odio feroz contra la anciana solar. Ella fue perseguida,
desacreditada por ellos, la llamaban loca, poseída, endemoniada, sectaria y
prostituta. La envenenaron con venenos mortales y enviaron asesinos para
matarla muchas veces, pero Cristo protegía a su ungida y sus victorias contra
los enemigos sirvieron para multiplicar su gloria más y más entre la población.
Y así fundó en Europa una escuela de vírgenes enamorados de Cristo.
La llamaban también la Gran Custodia del Grial porque
iniciaba en los misterios más allá del Santo Grial. María Magdalena abrió el
misterio del Gólgota como un nuevo misterio, el Gólgota como la gran
manifestación del amor de Cristo. Para ella la cruz es como un seno nupcial y
afirmaba que tres horas y media en ella como lon hizo Cristo, lleva a la apoteosis de su amor. Cristo en la
cruz brillaba de amor superante amor solar y deslumbrante.
María Magdalena enseñaba que el segundo advenimiento de
Cristo empezó en el momento de la derramación de la sangre divina del cordero
en el cáliz. Los ángeles recogieron toda la sangre hasta la última gota, cinco
litros en el grial y luego estas gotas se transubstanciaron en mirró.
Era asombroso el esoterismo de María Magdalena.
Enseñaba que:
1-Que Cristo no ha venido de Elohim, que ha venido del
Padre del Puro Amor. Por eso fue crucificado.
2-Cada persona necesita catársis, purificación total, no
sólo de los “pecados”, pero de todas las quimeras y compuestos mezclados.
3-Es necesario alcanzar el escalón de ser no de este
mundo totalmente. La gran sabia distinguía entre el amor de Cristo y otras
formas de amor humano. Por ejemplo el amor familiar, el conyugal, el erótico,
el romántico, etc... Decía que el amor de Cristo sólo se puede abrir para los
que han conseguido ser no de este mundo totalmente. Para los demás este amor es
inaccesible.
4-Hay que trasladarse al pasional. En este mundo existen las
pasiones bajas. En el orden espiritual existen las beatitudes obtenidas por los
sufrimientos. En la ascensión por la escalera espiritual estos surfrimientos se
multiplican. Los sufrimientos son la lengua misteriosa de la sabiduría. Por
medio de esta lengua se abre el misterio del amor puro. Es necesario no
sólamente amar, pero alcanzar el grado supremo del amor, la adoración. Amar al
otro significa amor superante a Cristo trasladado al prójimo.
En la escuela de María Magdalena la regla es amar, amar
al ser humano como a Cristo. La persona es el ser humano sagrado y divino. El
escalón más elevado de la espiritualidad
es ver en la persona la divinidad oculta.
Los maestros de la rama de Juan enseñaban que la persona
es divinidad de origen celeste, pero que ha pasado en sus diferentes
incorpulaciones por el remodelado de adaptación del Príncipe de este Mundo. A
causa de este remodelado la persona está mezclada. El objetivo de la catársis
es la purificación del remodelado en el interior del ser humano.
Juan de San Grial es un Ungido y heredero de María
Magdalena. Quiere abrir a María Magdalena para la humanidad como Madre del Puro
Amor. Él afirma que toda la maldad en la tierra será vencida y el hombre cambiará.
Pero no violentamente, sino a través de la fuerza del amor puro.
Juan de San Grial proféticamente proclama la nueva época
en la que la escuela de María Magdalena ocupará su lugar y engendrará en la
tierra muchas antorchas y candiles del amor puro.