Un antropólogo ofreció a los niños de una tribu
africana jugar a un juego. Puso cerca de un árbol una cesta de fruta y se
dirigió a los niños diciéndoles: “Los primeros que lleguen al árbol, tendrán la
fruta más dulce”. Cuando dio la señal para iniciar la carrera, los niños se
cogieron firmemente de las manos y corrieron todos juntos, después se sentaron
todos juntos y disfrutaron de la deliciosa fruta. Sorprendido el antropólogo,
les preguntó a los niños por qué se quedaron todos juntos, ya que cada uno podría
disfrutar de la fruta para él mismo. Ellos respondieron: “Obonato” ¿Es posible
que uno sea feliz, si todos los demás están tristes? “Obonato” en su idioma
significa “Yo existo porque existimos”
Actualmente hay muchas escuelas que nos enseñan el
individualismo: “yo soy mi propio maestro”
Quienes
aceptan estas imágenes siempre están solos; todo lo que tienen es para ellos
mismos. El homo sapiens del siglo XXI está pensando las 24 horas en cómo
acumular dinero para sí mismo, y después en cómo organizarse la vida para sí
mismo o para alguien cercano pero más que nada para no preocuparse demasiado. O
hacer algo para los demás con el fin de obtener algo a cambio creyendo que
estamos haciendo el bien, eso no es bondad. Esta filosofía ha cerrado los
corazones espirituales y nos ha alejado de los arquetipos solares que todos
tenemos. Los niños de la historia son más espirituales que el científico
antropólogo que conoce las leyes de este mundo. Ellos conocen las leyes del
univérsum. Los niños viven en fraternidad y son felices y viven en la alegría,
y sin embargo, la gente actualmente tiene de todo y siempre está deprimida, pagando psicólogos para
vencer la tristeza y la desgracia infinita.
Por
qué nosotros no podemos abrazarnos como hermanos como decía Beethoven? Para
eso, hay que olvidarse de sí mismo y vivir en el corazón del prójimo las 24
horas. Para eso hay que ser un bodhisattva, o como la princesa Mao Shang, que
se arrancó los ojos para salvar a su padre.
Muchas
personas permanecen en un sueño sin descubrir su potencial divino y buscan cómo
purificarse. Hay una clave muy simple, que es vivir en fraternidad y no sólo en
una comunidad sino en el castillo de los puros y perfectos como San Salvador
Verdadero.
Los cataros del siglo XXI: www.juangrial.com, www.loscataros.org
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