viernes, 17 de agosto de 2012

EL VENCEDOR DEL GULAG



Los libros del Juan de San Grial (www.juangrial.com ) son una herencia de padre a hijos, las puertas secretas a las profundidades recónditas de la genética de la santidad, una dedicatoria al misterio del nacimiento del alma de Dios en los hombres.

Juan del Grial es el autor del libro

 Las Solovki* son un tema excepcional del autor. En su libro “El vencedor del GULAG: Serafim, patriarca de Solovetskiy” corre la cortina tras la que se encuentra el gran misterio. Presenta las Solovki no sólo como lugar de sufrimiento, sino como lugar de transformación del espíritu mediante la aceptación voluntaria de la cruz y la consagración a su misterio, a través del amor oceánico que vertió el Señor sobre sus corderos entre trabajos forzados, oraciones, la amenaza diaria de la muerte, la aflicción y las lágrimas infinitas.

Las pedras tienen color del sangre de los martires 

   Los presos consagrados al así llamado “misterio de solovetskiy” soportaron una tormentosa y dolorosa crisis. La superación de esa crisis se convirtió en un milagro sin precedentes. El miedo al dolor y a la muerte desaparecía para siempre; tuvieron lugar inauditas transformaciones interiores. Ya no temían las temibles llamadas de los verdugos, ni los agresivos gruñidos de los mastines, ni los disparos a quemarropa, ni la afilada bayoneta del soldado rojo, ni el hambre o el frío.

   Un completo olvido les amenazaba, pero con una renovación de los valores y la aceptación voluntaria de la tortura como cruz de amor, de la resignación ante las circunstancias, hallaron la mayor de las dichas como recompensa por el dolor soportado La felicidad como estado divino traspasado a la tierra, la felicidad como la atmósfera del Reino de Dios. Y entonces la comunidad del GULAG se convierte en Kitezhgrad**, la Ciudad de Dios (Bozhegrad) prometida a la Santa Rusia.

   Literalmente en febrero del 2007 el autor oyó confidencialmente de la boca de un importante funcionario del servicio KGB-FSB de Russia, que la causa de las persecuciones contra él es realmente este libro, como también su rechazo de la Iglesia Ortodoxa Rusa (Patriarcato de Moscú) como la heredera del estalinismo (jerarquía estalinista procomunista) y la figura de Serafím Pozdeyev (Romanov), revelada por él. Este libro provocó miedo y furia en los circulos de la nomenklatura corporal y en la de los fundamentalistas ortodoxos que consagran las cabezas de las misiles nucleares. Y hasta ahora los servicios secretos amenazan con la carcel y con las represiones mas terribles a su autor. Una de sus cercanísimas colaboradoras pereció por causa de una dosis mortal de veneno.
   En esta trilogía ocupa un lugar céntrico Serafim Solovetskiy. Este es el nombre espiritual de Mikhail Aleksandrovich Romanov, el hermano menor del Emperador Nikolai II.

 El Zar Mikhail II Romanov (antes de GULAG)

   El Zar Mikhail II Romanov es la personalidad más enigmática de la historia del siglo XX. En realidad nadie sabe nada acerca de su destino. Dios lo protegió en vida. Y él mismo nunca abrió la boca, lo cual se entiende. Mikhail II Romanov pasó 39 años en las mazmorras de los campos de trabajo estalinistas. Reinó en el trono de todas las Rusias como Cristo. Fue nombrado patriarca del GULAG. El cielo le dio un nombre espiritual: Serafím el Conmovido, patriarca de Solovetskiy.
 El Zar Mikhail II Romanov (en el GULAG como Serafim)

   Acostumbrado a guardar silencio, incluso a los más allegados no les contaba nada de sí mismo. A la pregunta: “Padre, ¿pero usted no es de familia real?” no contestaba nada. “No es cosa que debas saber”. Pero no escondía que recibió dos imposiciones de manos del patriarca Tikhon: la orden sacerdotal en 1917 y la episcopal en el veinticinco. Seguramente este sea el acontecimiento clave más importante de los 1000 años de la historia eclesiástica.
   “Soy testigo – dice monseñor Serafím – de que nunca, en ninguna otra parte del mundo se ha visto un amor así. En medio de un dolor tan inhumano e insoportable, entre la deshonra y la injusticia, jamás se había irradiado un amor tan celestial”.
   ¡Qué amor nos dio el Señor durante los trabajos forzados, entre oraciones y bajo la amenaza diaria de la muerte, entre las lágrimas y el dolor infinito! Con Su amor eran cubiertas todas las cruces. Los ángeles, derramando lágrimas, nos miraban desde el cielo y comentaban: “Desde la creación del mundo nunca se vio un amor entre los hombres como el que se tienen los hermanos de Serafim”.
   “La muerte era más bien una recompensa, como lo fue para las víctimas de Auschwitz. Hacía ya tiempo que nadie la temía. No acostumbrábamos a hablar de ella – dice monseñor Serafim. – Para nuestra hermandad la muerte no existía en absoluto. Nosotros la vencimos. A media noche se descubría un iconostasio celestial con la magnitud de todo el horizonte. Se abrían los confines y se repetían los milagros de los antiguos santorales, en tanto que se ejecutaban hazañas propias de mártires. Corrían ríos de sangre de los justos en la tierra…”
   A éstos se les concedían abundantes dones sobrenaturales. Monseñor Serafim habla del fenómeno de los doce cuerpos sin vida enviados desde cielo - “Podía encontrarse en doce lugares distintos a la vez: caminar sobre el agua, bajar hasta el fondo del mar, elevarse en el aire, contemplar la imagen del Señor, yacer bajo un frío atroz sobre una placa de hielo y no congelarse, sin precisar de unas orejeras o de un abrigo agujereado, calentándose con la llama del corazón. La llama interior lo calentaba y lo reconfortaba. Parecía que se tratara de un cuerpo inmaterial.”
   Los doce hermanos de Serafim eran doce dioses en la tierra, “doce doctores visionarios”. No contábamos con otra medicina - recuerda monseñor Serafim - que las lágrimas, ni con otra curación que el llanto. Sacábamos a los ahogados congelados del fondo del mar Blanco, atravesábamos los hielos y arrimábamos una vela del más allá (pakibitiye***) a los cuerpos entumecidos. Si ésta prendía, devolvía la vida al fallecido. Sus ojos al despertarse derramaban cálidas lágrimas y el calor de estas lágrimas se vertía por todo su cuerpo. Y este calor le hacía resucitar. No hay palabras para describir lo que experimentamos en las Solovki.
   Los ángeles del Calvario de las Solovki los visitaban a diario. La Madre de Dios se encontraba con los mártires constantemente. “Su indecible bondad era tal - dice monseñor Serafim - que los más enfurecidos, embrutecidos, quienes agraviaban a Dios y a todos los presentes, los más enajenados y desesperados se transformaban al instante y sus arrugas se alisaban, sus rostros se aclaraban. Y éstos, con un entusiasmo indescriptible, la contemplaban diciendo: “¡Oh!, ¡qué maravillosa eres Santa Señora!, ahora nuestros sufrimientos se han desvanecido.”
   "No había a quién dirigir las quejas, ni con quién compartir preocupaciones. Pasaban los enfermos de disentería sin contagiar a nadie. Las enfermedades ajenas no importunaban a nadie, con las propias ya bastaba. Muchos se volvían locos. A los que perdían la cabeza los reunían en una sala y los fusilaban. Por repugnancia no los ataban cuando les golpeaban con los pies o les daban patadas con las botas en la cabeza o en los genitales. Cuando ya no quedaba más que un amasijo sangriento, los envolvían en un saco de lienzo y los tiraban en los confines olvidados de las Solovki. Les prohibían taparse la cara y otras zonas durante las palizas. Los quemaban con cigarrillos, desmembraban a los vivos, les arrancaban los órganos. Les golpeaban en la cabeza hasta que se les salían los sesos, los torturaban con fuego y con carbón. Probaban torturas psicológicas y preparados médicos. Atroz era su último suspiro. De júbilo el suspiro aliviado antes del paso hacia la eternidad.”
   La leyenda de las Solovki ha quedado grabada en la historia de Rusia como un recuerdo sangriento. Las estadísticas celestiales de las Solovki son asombrosas: un concilio de cien mil coronados, mil fascinados por la encarnación en los Cielos, ochenta mil aureolas menores, ocho mil mayores, tres mil quinientas reliquias, de las cuales ochocientas exudaban o lloraban sangre. En breve la tierra descubrirá su paradero. Y se encontrarán los cuerpos taumatúrgicos e imperecederos de estos mártires, que sanarán a los incurables y a los condenados.
   Y serán llevados por toda la tierra y millones acudirán a Dios.
   El Calvario de las Solovki es la suma de los sufrimientos no sólo del pueblo ruso, sino también de toda la humanidad.
   Las Solovki son hoy el lugar más enigmático de la tierra, epicentro del universo. Las Solovki han mostrado al mundo una experiencia espiritual única, nunca antes vista en la tierra.
   De modo que ha sido levantado el telón sobre las Solovki. El más puro instrumento de la palabra de Dios, el padre Yohann, ha sido el primero en anunciar al mundo este misterio. Siendo él mismo un producto de las Solovki, está convencido de forma profética de que la Santa Rusia ha obtenido, gracias a las hazañas de millones de mártires del GULAG, el principio de una nueva vida para toda la humanidad. Y él cree que llegará el día (y esto ocurrirá pronto) en que la humanidad agradecida agachará la cabeza ante estos nuestros padres de las Solovki, ungidos, coronados y deificados.
   Los fantasmas tibetanos del comunismo, del fascismo y del capitalismo pasarán a la historia. Y nacerá una nueva comunidad humana en cuyos orígenes se alzará Serafim el Conmovido, patriarca de Solovetskiy, rey misericordioso y gran plañidero de la tierra rusa.
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Solovkí* - la capital mística del GULAG de los campos de concentración de Stalin.
Kitezhgrad** – El castillo-ciudad en las leyendas de los eslavos-teogamitas. Como la legendaria Atlántida, se sumergió bajo el agua al acercamiento del enemigo, mientras sus campanas seguían sonando.
pakibytié***- Santo estar (otro estar, eterno estar, más alla, Ingl.: holy being, ) – término único en la enseñanza del autor que principalmente significa la esfera fragante mistica de la Iglesia verdadera, donde permanece el Cáliz del Grial con sus 144 castillos.
TODOS misterios sobre Solobki leer en el libro EL vencedor del GULAG:
Se pueden adquirir escribiendo a catarismo@gmail.com

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