sábado, 4 de agosto de 2012

LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD


Acordémonos de como Mozart entendía la genialidad: amor y sólo amor. ¡Aquí está el secreto de su flauta mágica! Junto a su creador y dueño, ella es forastera de mundos diferentes... No hay, ni hubo música tal en la tierra. Por eso insisto: Mozart no tendrá ni predecesores, ni sucesores. Igual que Cristo, Mozart es absolutamente único. Su personalidad puede ser percibida sólo a través del prisma de la armonía de la cruz; pero no de una cruz de muerte, sino de la transfiguración, la cruz de la victoria, la cruz de la gloria.
El secreto de Mozart está también en que pudo, quedándose en el mundo, vencerlo. El componente celestial de su música está afirmado y pagado con la proeza de su vida. Tuvo miles de oportunidades de hallar el bienestar terrenal... pero eran demasiado grandes su desprecio al mammón y su odio a la tiranía de los fuertes del mundo. Fue infinitamente fiel a su ideal celeste.
La fórmula del genio mozartiano:El Amor celestial, la Superante Sabiduría, la Bondad más allá de los límites, la Perfecta pureza. Como minnestrel, Mozart domina a la perfección las cuatro virtudes. Sus cartas manifiestan el mismo carácter aéreo, mínnico. Su lenguaje musical tiene sus propias síncopas, pausas, trinos. Las palabras explícitamente piden ser interpretadas con música. Hasta que te cuesta comprender ¿Son las palabras las que se ponen sobre el pentagrama musical, o la música sobre las líneas de la epístola?
Me atrevo a decir que su herencia epistolar no es menos genial que sus obras musicales. Su estilo es absolutamente surrealista. Podría ser envidiado por Rilke y por García Lorca. En el fin del siglo XVIII, Mozart obra milagros con el idioma alemán, impregnándolo con neologismos y metáforas asombrosas. Aquí también sigue rompiendo los patrones habituales. Pero detrás de todo y en todo no hay más que amor.
Adora a su padre, mandándole miles de besos en cada carta. Adora a su hermanita queridísima, a sus amigos tan amables. Adora hasta a su traidora mujer, reenviándole los últimos guldenes. No es tacaño en poner epítetos tales como “mi único salvador”, “el mejor entre mis amigos”... Un fervor hasta lo último en su amistad, una sublime fidelidad en su hermandad. La palabra “Honor”, en sus cartas está escrita con mayúscula, y “dios” con minúscula...
Este amor incomparable hacia Dios y hacia el hombre a la vez, es la señal de la verdadera espiritualidad. Cada viñeta epistolar, cada pequeño detalle de nuestro pastorcillo solar salzburgués nos revela otra Divinidad, otras puertas, otro ser humano, otra iglesia.
Convendría escribir un evangelio musical según Amadeus -el amoroso con la Divinidad[2]. El fenómeno de Mozart puede ser entendido solo íntegramente:como el sol radiante de la Divinidad que ha descendido a la tierra. Wolfgang Amadeus se encuentra bajo la conducción directa del Padre del puro amor. Por sí mismo es el mensajero de otro mundo. Nadie en este siglo -donde el bien se mezcló con el mal tanto que no es posible separarlos- puede entenderlo hasta el final, ni los cerebros y músicos eminentes tales como Goethe, Haydn y Salieri (sin mencionar Süssmayer, inepto miserable, o Constanza, mujer fea e imprudente). De aquí viene aquella soledad completa de su vida y aquella mísera carroza fúnebre con la tumba anónima al final del camino...
El sentido superior del arte y de la cultura -si hablamos seriamente sobre el fenómeno de Mozart- es ayudar al ser humano a superar las quimeras de este siglo, vencer el letargo luciferino proyectado y el miedo a la muerte; todo ello a través de los superantes amor, bondad, sabiduría, pureza y hermosura. Con el cetro culturológico, con la fuerza del arte verdadero (cualquiera quesea, música, arquitectura, poesía, pintura) despertar la conciencia de la divinidad, abrir en el ser humano los inicios eviternos.
En su forma musical, me estremece lo que quizás estremeció a Piotr Chaikovskiy: ¡es impresionante ver cómo Mozart entrelaza en sus melodías milagrosas el tejido polifónico!



Existe una cierta contradicción entre el melodismo y la polifonía. El melodismo es monológico; la melodía es más el acompañamiento. La polifonía, a diferencia del melodismo distante e introverso, es extrovertida, dialogal. Es siempre una equilibrada colaboración de dos, tres, cuatro voces. Se considera que el melodismo y la polifonía son difícilmente compatibles. ¡Pero el Mozart de los últimos años une ambas cosas asombrosamente!
Por su complicidad, él se acerca a veces a Chaikovskiy. Es muy difícil tocar a Chaikovskiy en la primera lectura: hay constantes modulaciones, la armonía está al borde de la disonancia. Pero es este balanceamiento entre consonancia y disonancia lo que toca el corazón. En sí misma la disonancia es borrosa, tensiona el alma. La consonancia continua es demasiado primitiva: parece que todo está bien, todo está alegre. Pero el mundo, fuera del elemento disonante-pasional, se vuelve una cosa barata,una gozada, adormece al hombre. ¡Y la consonancia disonante es genial!

1 comentario:

  1. Muzykologichesky Mozart conecta el rendimiento melódico y polifónico. La polifonía es una fraterna
    el cumplimiento celestial. o.Ioann imbuido espiritualmente para cumplir su divina myzykalnyh Mozart
    Actuaciones (vibraciones del corazón!)

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